martes, 26 de julio de 2011

Turismo de masas en Beijing

La primera sensación al callejear por Beijing es bastante mala. Todo está muy lejos, no hay forma de orientarse, no hay sitios agradables donde descansar, no hay restaurantes “apetecibles”... Si has estado en otras megalópolis como Tokio o Bangkok la comparación es a priori bastante desfavorable para Beijing y lo primero que se te pasa por la mente es “ostras, y ahora que hago yo aquí tantos días”*.

Este  verano en Beijing se llevan las transparencias

Quizás el elemento que produce mayor desencanto es la falta de exotismo. Cuando viajas a Oriente desde España siempre llevas contigo la esperanza de descubrir culturas y paisajes radicalmente diferentes, y en mayor o menor medida sucede. Pero en Beijing, la sensación inmediata es que no vas a encontrarte osos panda por la calle. La gente no anda raro como en Tokio ni todo es tan caótico como en Bangkok, y dudas que vaya a pasarte algo interesante como que te detengan por no cantar el himno nacional o no llevar la chapita del Partido Comunista. Vienes con la idea de descubrir la “China auténtica” y te choca que no haya diferencia con la China que tienes en los barrios de tu propia ciudad , salvo por la descomunal contaminación ambiental. Es absurdo, pero da hasta rabia ver que los chinos y chinas visten exactamente igual aquí que allí, compran todos en el mismo mercadillo. Quizás la diferencia más importante está en los restaurantes, porque los de Beijing son mucho menos glamourosos que los de los chinos de España. Aquí los cuadros de dragones y los nombres tipo “Restaurante Gran Muralla” tienen el mismo atractivo que una foto de Paquirri en el comedor del “Bar Marcelino” en, por ejemplo, Santa Coloma de Gramanet, así que se los ahorran. Con una cazuela y dos sillas de plástico van que tiran.


Por otra parte, hay que tener en cuenta que la revolución cultural de mediados del siglo pasado y el desarrollo económico y urbano posterior hicieron un borrado casi total de la sociedad tradicional china, que ya de por sí tampoco era muy dada a espiritualidades ni esteticismos. Aquí lo que se impone es lo práctico. Si tienes calor te arremangas la camiseta para airear la tripa, y si tienes hambre te metes en un restaurante en el que den buena comida y comes. Lo de que sea más o menos bonito o que la cubertería sea de plástico no le importa absolutamente a nadie. Bueno, nos importa a los turistas, que siempre creemos que los países están hechos para nuestro deleite exclusivo. Pero es que aquí los turistas (los occidentales de toda la vida, los que vamos por el mundo esperando pleitesía) no pintamos nada. Los turistas turistas, los que mueven el cotarro, son los chinos de provincias que vienen a visitar la capital, y nosotros, como mucho, somos sólo una más de las atracciones que ellos han venido a ver. En ningún otro sitio de Asia he visto tan pocos occidentales (proporcionalmente) en atracciones turísticas como en Beijing, y estamos en pleno Julio....¿No se suponía que China era el segundo destino turístico del mundo? ¿Por qué parece que los occidentales no lleguemos ni al 0,001%? ¿Hay una China de imitación en algún lugar perdido donde meten a todos los extranjeros para que no se pierdan? ¿Por qué no intentan timarme con los precios ni me obligan a regatear ni montan shows étnicos a mi medida? Lo menos que podrían hacer para satisfacer mis necesidades de atención propia de turista es discriminarme sutilmente como en el metro de Tokio, pero ni eso. Ni siquiera se me ha colado nadie en una cola. De verdad... ¿Tan poco les importamos que ni siquiera se molestan en despreciarnos?
Según se mire el mundo del turisteo no es muy diferente del teatro. Si eres un turista con pasta te sientas en primera fila con tu aire acondicionado, tu traducción simultánea y tu cocacola. Si te consideras un “viajero” te vas al gallinero para mezclarte con los “locales” a los que no entiendes ni papa y una Lonely en la que te explican de que va la obra. Pillas la mitad de la mitad, pero es más divertido. En algunos teatros hasta te invitan a subirte al escenario para montar tu propio show. Pero en China todo el teatro está ocupado por los propios chinos, la mitad en el escenario y la otra mitad en la tribuna, sin que se pueda diferenciar un lado del otro. A veces no sabes muy bien si eres parte del público o de la actuación y desearías que por lo menos los actores se vistieran de época o algo para poder saber hacia donde mirar.

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* Esto tiene truco, porque posteo una semana tarde y mi inquietud actual es saber como hacer todas las cosas que quiero con el poco tiempo que me falta :) Beijing cuesta bastante, pero tiene su gracia....

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