jueves, 28 de julio de 2011

Ciudades Prohibidas y Hutongs, una cuestión de escala

Según mi guía las actividades imprescindibles en Beijing pasan por ver la Ciudad Prohibida, la plaza de TianAnMen, comer pato laqueado, visitar el Templo de los Lamas, pasear un par de parques y comprar en los grandes almacenes de Wangfuying. Y claro, hacer una excursión a la gran muralla china, que pasa por aquí cerca. También hablan de los hutongs, que son unos barrios típicos del Pekín antiguo. Tengo que reconocer que me he venido a la buena ventura, sin prepararme el viaje y con una guía Top10 tan cutre que me ha hecho echar de menos la Lonely (por cierto, aquí son muy difíciles de encontrar, yo diría que las han “retirado”). El pato  no lo he probado aún, aunque en el Carrefour de Beijing tienen toda un pasillo dedicado a él. Respecto al resto, lo he visto más o menos todo... Empiezo por el principio...

El primer día,con la única ayuda de un mapa, me fui en busca del templo de los Lamas. Teóricamente estaba bastante cerca de la casa de JhoTse donde estoy acogido, así que no me preparé el pack-Tongariro. Las siguientes 8 horas sólo las recuerdo subiendo y bajando puentes e intentando cruzar calles. Al templo no me debí acercar ni de casualidad. No tengo ni idea de donde estuve, pero si había algún lama cerca desde luego no rezó por mi.

Turista necesitada de orientación en un puesto de información frente al templo de Confucio

Al día siguiente cambié de objetivo y me fui a explorar la Ciudad Prohibida y TianAnMen, que quedaban más lejos pero en el mapa parecían difíciles de extraviar. También me hice con unos cuantos mapas más de refuerzo, una brújula y una aplicación guía para el Iphone. Esta vez llegué a la puerta, pero como ya se me había hecho la hora de comer y estaba algo cansado me fui a buscar un centro comercial donde pudiera encontrar algo tirando a vegetariano o a jamón serrano, lo que encontrara primero. Es que la Ciudad Prohibida es muy grande y da así como cansancio sólo verla de fuera, y en la plaza de TianAnMen cuando no hay tanques no sabes muy bien donde sentarte.  Total, que como estaba sobrado de confianza por haber encontrado mi objetivo me fui andando tranquilamente convencido de que encontraría algo sin dificultad. Lo encontré, pero algo más tarde de lo esperado, así que en lugar de comer merendo-cené y ya sólo me quedaba tiempo de salir con JhoTse y Luna (su compi) para ir a cenar algo por ahí. Me consoló ver que ellos también tenían ciertas dificultades para encontrar las cosas (bueno, las primeras 3 horas me consoló, luego me empezó a dar hambre). Tengo que decir que toda china es un continuo restaurante sólo interrumpido por montañas, ríos o autopistas, pero entre mis manías y las de JhoTse la cosa acabó como no podía ser de otra manera, en el único sitio abierto que quedaba en Pekín. “Es la primera vez en mi vida que me piden esto” dijo el camarero cuando Luna y JhoTse le preguntaron si tenían noodles sin carne ni pescado para mi, pero me los puso. Eso sí, rechinando los dientes.

Templo de los Lamas
Ese fue el último día que me dediqué a caminar a la aventura por Beijing, y desde entonces la cosa ha mejorado bastante. Con la ayuda del metro visité el templo de los Lamas, la Ciudad Prohibida, y descubrí casi por casualidad los hutongs, que son la antítesis de todo el resto de Beijing.  Se trata de los barrios clásicos de Pekín que han sobrevivido al desarrollismo del resto de la ciudad. Son  pueblos dentro de la ciudad, casi amurallados por las propias paredes de las casas y con contados puntos de entrada o salida. Su interior es totalmente laberíntico, siempre con casas bajas, calles estrechas y mucha tranquilidad.  Es atrevido decir que son bonitos, sobretodo si los visitas de día. En realidad, si estuvieran en España daría miedo entrar. Su aspecto es algo tétrico. Por sus calles es frecuente encontrar hombres sin camiseta sentados con una cerveza, ancianas que acumulan botellas de plástico o montones de cosas que parecen deshechos (por ejemplo, cabinas de teléfono desmontadas). Las casas no disponen de baño, por lo que cada pocas calles se encuentran lavabos públicos. No son muy higiénicos, pero la parte buena es que en caso de emergencia te puedes guiar por el olor para encontrarlos. Las entradas a las casas son callejones en los que se acumulan trastos de todo tipo. En apariencia se trata de los barrios más pobres de la ciudad, pero la realidad es justo la contraria. Los hutongs son los barrios más caros de Beijing, y aunque parezca mentira sus habitantes suelen tener mucho dinero.


Hutonguera adecentando
En China la cultura del ahorro se sigue a rajatabla (con contadas excepciones, como el te o las reuniones familiares). Las hambrunas de nuestra guerra civil son nada comparadas con las que han vivido por aquí hace no tantos años. Supongo que es por eso que los chinos de cierta edad no sueltan un Yuan hasta que se los llevan a la tumba y menos para mejorar el aspecto exterior de sus casas, que eso no lo disfrutan ellos sino los demás. En los hutongs viven familias adineradas, pero en China el dinero y la elegancia no van necesariamente unidas. Bueno, en ningún sitio, pero aquí menos. Los que dicen que Jesús Gil no está realmente muerto deberían buscarlo en los hutongs, en uno que tenga piscina. La verdad es que es difícil acostumbrarse a la falta de interés que tienen los chinos en lo “superficial”.  Son justamente lo opuesto a los japoneses, así que no es de extrañar que se lleven tan mal. Deberían haberlos puesto más separados en el mapa, porque son como materia y antimateria. Si un japonés pone el pie en Beijing se desintegra seguro. Si un pekinés pone el pie en Tokio...

Un hutong cualquiera

Tienda de... algo...
La gracia de los hutongs es que invierten totalmente la escala de la ciudad. Si en el exterior todo es inabarcable y las distancias infinitas, en los hutongs todo es pequeñito y acogedor, pese al aspecto exterior de los callejones. Aparte de tratarse de zonas residenciales también es frecuente encontrar pequeños restaurantes, cafés y tiendas de lo más variadas. Eso sí, desde fuera es difícil distinguir qué es cada cosa, porque las fachadas son minúsculas y más bien feuchas. Pero cuando entras descubres restaurantes griegos, cineclubs, fábricas de cerveza, o hasta tiendas de mascotas. Es realmente sorprendente el contraste entre el exterior y el interior de estas casas tradicionales de Pekín. En origen disponían de varias estancias que se articulaban alrededor de un patio interior común, y en cada estancia hacía vida una familia o miembro de la familia diferente (padre, hijos, etc...). En la actualidad algunas de estas vivienda se han convertido en hoteles boutique (siheyuan) y otras se han adaptado para ser cafés, tiendas, etc... a cual más cool que la anterior y/o extravagante que la anterior. En cualquier caso, es el sitio donde encontrar la calma y recogimiento que es difícil encontrar en el resto de la ciudad. Lo ideal es visitarlas a media tarde, a partir de las 6, que es cuando los chinos acaban la jornada laboral y los callejones tienen más ambiente. Por la mañana suelen estar más apagados. En cualquier caso, visitar alguno de los hutongs repartidos por Beijing es una actividad totalmente recomendable,  y de las que vale la pena repetir. 

NekoCafe "L' infusion", para los que echamos de menos a nuestras mascotas en Pekin

Como advertencia hay que tener en cuenta que se trata de barrios laberínticos, y es difícil orientarse dentro. Normalmente los comercios se agrupan en una o dos calles del hutong, y puede ser difícil acceder a ellas. No en vano, era en estos barrios donde tradicionalmente se cerraban intercambios comerciales que implicaran desembolso de muchos yuans. Aquí las calles son tan pequeñas y laberínticas que un ladrón no podría llegar muy lejos antes de que lo atraparan. 

Otro café hutonguero...

Si entráis en uno, tomadlo con calma :)

3 comentarios:

Akane dijo...

Madre mía, ya sé donde NO puedo llevar a David... Qué tal estás comiendo? Seguro que mejor que mi hermana hasta que llegaron mis padres :-) Un besote muy gordo desde Piteå!

Carol dijo...

Lo de montarse un post de excusa para no traerme mi souvenir no cuela.

Por cierto, hoy tengo lentejas, yuhuu!

Al. dijo...

Akane, estoy comiendo muy bien, que conste, pero llevo 4 días con gastroenteritis!! Ahora ya te entiendo, jajajaja. Que tal estás comiendo tu en Pitea? ;)

Carol, justo te iba a llevar lentejas chinas de recuerdo, pero ya sabiendo eso... Por cierto, como no te des prisa te quedas sin pedido del Uniqlo!! Mañana último día!