sábado, 16 de febrero de 2008

Singapur, ciudad sin fin

Cuando aterrizamos aquí yo tenía la idea de que Singapur era una ciudad de paso hacia Malasia y poco más. Diez días después estoy haciendo horarios mentales para que me dé tiempo a ver lo que aún nos queda. Y definitivamente, Singapur pasa al top 5 de ciudades.

La comida está buenísima en casi cualquier sitio. Los tres kilos que he engordado aquí dan fe de ello. No sólo hemos probado un montón de platos que no conocíamos, es que además en todos lados nos han explicado qué llevaban y cómo se comían. Aquí la gente se te enrolla cosa mala. Te preguntan muchas cosas, sobre todo los indios con los que hemos hablado, y te contestan con ganas a las preguntas. Es curioso porque yendo con la cámara te encuentras gente que parece muy seria, pero en cuanto preguntas por lo que venden o cocinan o lo que se te ocurra, resultan ser muy amables y te animan a que fotografíes lo que quieras. Los indios además son unos ligones y a mí, no sé si por ser occidental por los ojos azules o por el bigote que me crece asilvestrado desde que empezamos el viaje, cuando voy a mi aire se me quedan mirando y me echan sonrisitas. Yo me dejo querer para que se presten a una foto, y luego les digo que me voy a buscar a mi marido. Anda que no.

Ayer fuimos al Raffles, un hotel estilo colonial que es visita casi obligada. La historia de este hotel está llena de hechos insólitos. Por ejemplo, el hotel antes estaba al lado del mar, pero tras ganarle terreno al agua, ahora está a unos 500 metros. O que hasta los años 30 no se podían alojar asiáticos en él. Que al liberar Singapur de los japoneses en la SGM 300 japoneses se suicidaron con granadas en el hotel. Y que allí mataron al último tigre de Singapur, extinguido en la zona desde entonces. Nosotros no hicimos nada que nos hiciera pasar a la historia, ni siquiera llevarnos un posavasos. Más bien seguimos la corriente al resto y nos tomamos un Singapore Sling, la bebida típica de allí. Cuando digo uno, me refiero a uno compartido, que fuimos moviendo de lado a lado de la mesa para que parecieran dos en las fotos. Un indio barbudo uniformado con chaqueta blanca y adornos rojos y dorados, y un turbante a juego, me contó que la reina Sofía había estado allí el año pasado y que le había regalado una corbata de la Casa Real (como paga el contribuyente, venga, a regalar a tutiplen).

También nos hemos mudado de hostel. En éste estamos mejor situado, es más barato, está limpio y además hay dos gatos. One Florence Close se llama. Casi no lo pisamos, eso también es verdad, porque llevamos una racha que no aparecemos por aquí antes de medianoche. La verdad es que nos quedamos por ahí hasta tarde sólo para poder cenar dos veces.

Hace unos días también visitamos el Zoo. Compramos una entrada conjunta Zoo + Night Safari, pero al segundo no podremos ir hasta que no volvamos de Bali porque la noche que nos queda aquí la tenemos ocupada. Yo zoos, hasta ver éste, sólo había visitado el de Madrid, el de Barcelona y los centros de koalas australianos, y ninguno se acercaba minimamente a lo que hemos visto aquí. Primero nos ha faltado un día para verlo entero, pero volveremos. Y segundo, tiene tigres blancos y un oso polar. Un oso polar en un clima tropical. Y hasta una orangután famosa, Ah Meng, que había hecho películas y todo. Tras casi 40 años en el zoo va y ser muere el día que vamos nosotros. Ya es mala leche. Aquí ha sido un notición, como cuando se murió Copito de Nieve. Ostras, mirando información sobre Copito de Nieve me acabo de enterar de que Chu-Lin se murió hace más de 10 años. Si yo pensaba que seguía vivo.

El otro día estuvimos en uno de los centros comerciales de electrónica de aquí. Las cámaras y algunas otras cosas de las que pueda yo tener idea del precio están un 20% más baratos que en España. El típico sitio para ir a comprar es Sim Lim Square, que es un centro comercial hasta arriba de aparatejos. Nosotros nos pasamos media tarde mirando precios y regateando. En esto último los chinos son unos hachas. En cuanto te ven que dudas se tiran de cabeza y como te descuides te venden lo que quieren. En una tienda el dependiente era capaz de vender a 4 clientes a la vez, sin perder comba y sin que se le fuera ni uno. Yo imagino que son generaciones y generaciones de perfeccionamiento de la técnica. Como cliente acojona.

Ya para terminar, cuento que antes de venir aquí leímos que en el barrio de Little India este mes ha habido un brote de una fiebre llamada "chikungunya", que se transmite por la picadura del mismo mosquito que contagia el dengue. Con ese nombre no puede ser buena, está claro, pero aquí nadie parece preocupado y la gente circula por el barrio como si tal cosa. Hay veces que los organismos oficiales exageran tanto los riesgos que si uno se fiase no se movería de casa. Leyendo los avisos del gobierno inglés yo no viajaría ni a España.

1 comentario:

nether dijo...

Las fotos que has tomado del zoo son expectaculares, que cochina envidia te tengo :)

Saludos!!

P.D.: Si tienes mas ponlas, son excelentes y ese tigre blanco esta de lujo.