miércoles, 10 de octubre de 2007

Fiestas de la Virgen de Nagasaki


Aunque Japón es mayoritariamente sintoista y budista hay algunas regiones donde la religión principal es el cristianismo, como es el caso de Nagasaki. Después de tantos días dando vueltas por territorio infiel empezabamos a notar que nuestra fe decaía. Casi ya ni nos acordábamos de como es una buena crucifixión, así que sabiendo que Nagasaki estaba de fiestas populares nos hemos venido para aquí abajo en busca de procesiones, romerías y devoción popular. De Osaka a Nagasaki hay cerca de 800 km, o lo que es lo mismo, 5 horas de tren. Pero que tren oiga. Ni "La Rápida"... Asientos de cuero, suelo de parqué, sitio para estirar las piernas... Daban ganas de pedirle al conductor que nos diera otra vueltecita. Pero no podía ser, porque nos esperaba la virgen de Nagasaki.

Lo de que esta zona sea cristiana se debe principalmente a que tras muchísimos años de aislamiento total el imperio Japonés dio permiso a unos cuantos cristianos, principalmente holandeses y portugueses, para que establecieran tratos comerciales con Nagasaki. Aunque fueron muy precavidos y sólo les dejaron establecerse en una pequeña isla, no pudieron evitar que nuestro señor acabara difundiéndose por estos lares. Si fue grande el éxito del cristianismo que enseguida se pusieron de moda las crucifixiones. No tenemos ni idea de como se enteraron los japoneses de que el orden natural de las cosas es crucificar cristianos, así que suponemos que se chivaría algún portugués. La cuestión es que en menos que canta un gallo se estableció una colonia cristiana en Nagasaki, con sus mártires, su catedral y todos sus complementos. En nuestro álbum Panini de santos varones tenemos localizados cromos de más de 20 mártires japoneses, ahí queda eso. La catedral desgraciadamente ya no existe porque, al igual que el resto de la ciudad, se la cargaron los americanos con su bomba atómica.

Nada más bajarnos del tren nos dimos de frente con una comparsa que transportaban los mozos del barrio alto. Aquí las fiestas las organiza cada año un barrio, y como son siete en la ciudad, pues eso, que a cada peña le toca esperar seis años para poder llevar el santocristo y la imagen de la virgen. La verdad es que en seis años les debería dar tiempo de adecentar un poco las imágenes, que las llevaban llenas de bichos raros. Ya nos han avisado que los del barrio alto son un poco así, de la broma y muy poco píos, por lo que nos lo hemos tomado con resignación. Tras perdernos un ratito por la ciudad intentando dar esquinazo a la peña "los Jarakiris", que pretendían echarnos al pilón, hemos llegado al hotel intactos pero cansaditos. El hotel está a diez minutos de la estación de tren, pero se pueden convertir fácilmente en cuarenta si se te ocurre preguntar el camino a quien no debes, como hicimos nosotros. El hotel lo llevaba una chica rolliza y dormilona del barrio de la cuesta que por lo que nos dijo era sobrina-nieta de la tía Mariuchi, a la cual no teníamos el gusto de conocer. A la pobre chica la despertamos por lo menos seis veces en dos días, y aún así se portó muy bien con nosotros. Entre otras cosas nos explicó detalladamente el programa de fiestas, que consistía básicamente en una procesión en recinto cerrado y varios pasacalles. No mucho para ser la tercera fiesta más importante del Japón. Aunque los pasacalles no tenían horario definido la procesión era según ella a las siete de la mañana en el templo de la Virgen de Nagasaki. Hay que decir que esta virgen es más realista que las que tenemos por allí, ya que la representan calva y gorda a decir basta, lo que ya justificaba el madrugón.

Total, que a las 6 y pico del día siguiente ya estábamos en danza a la búsqueda de la procesión. Nagasaki es una ciudad del estilo de Lisboa, San Francisco, Salinas del Manzano o Torres de Albanchez, es decir, en cuesta. El templo de la virgen de Nagasaki estaba en todo lo alto del barrio alto, así que cuando llegamos allí y vimos que de procesión nada de nada nos acordamos de la rolliza, de su tía-abuela Mariuchi y hasta del perro de San Roque. Suerte que un abuelete, a la voz de "ande van los señores" nos sacó de nuestro error y nos enfocó hacia el final de la cuesta, donde ya vimos que se congregaba todo el gentío. Al ver que nos acercábamos un tanto descompuestos por el cansancio, unos mozos, seguro que del barrio alto, empezaron a gritar "que la han soltao que la han soltao", y ya nos tienes corriendo otra vez. Pues no se rieron ni nada con nosotros... y ni vaquilla ni leches. Además, la cola para entrar al recinto de la procesión ya daba la vuelta a la manzana y al cabo de un rato nos enteramos de que no quedaban tickets. Y como eran las 7 de la mañana de la fiesta gorda, pues todo cerrado. Y encima empezó a llover. Un desastre.

Ya a mediodía, después de visitar el museo de la Bomba de Nagasaki, nos empezamos a encontrar pasacalles por la ciudad. Pero entre que no eran muy espectaculares y que no le echaban mucho entusiasmo dejamos de prestarles atención, más o menos como los japoneses. Los de la comparsa se dedicaban a saludar a los comercios que les habían financiado y poco más, así que les dejamos a lo suyo y nos fuímos a la fiesta de verdad: los chiringuitos! Carol ya os ha contado un poco lo que se podía encontrar por ahí, así que no lo repetiré y me limitaré a poner un vídeo (ya disponible :)) resumen de las fiestas de Nagasaki.

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